El antes y el después del Castillo de Mondújar


 

El Castillo de Mondújar es una fortaleza de época musulmana tardía, situada sobre un cerro elevado, llamado del Castillejo, junto al actual pueblo de Mondújar, municipio de Lecrín (provincia de Granada). Está situado a 879 m de altitud, con planta poligonal irregular, permaneciendo aún en pie varios lienzos de muros, especialmente en sus lados norte y este, realizados en mampostería, utilizando los cortados existentes entre las rocas para cerrar el espacio interior. En la zona noroeste se encuentran restos de una torre trapezoidal, en cuyo interior se conserva el acceso original al castillo, con puerta de doble recodo en rampa, con obra en ladrillo y mapostería, y con diversas ventanas y cinco saeteras, posiblemente de época cristiana. Existe en el interior un gran aljibe, con lados de 7,40 x 7,48 x 4,77 x 4,12 metros, con restos de la arcada de la bóveda de ladrillo y del brocal. Se perciben, además, un gran número de restos de distintos habitáculos, algunos con bóveda.

 
Ver recreación completa en la web del Ayuntamiento de Durcal.
 

En 1925 aparecieron las 70 tumbas vacías de los reyes en la Alhambra

Las grandes dinastías reales que han pasado por la Península Ibérica han elegido monumentos significativos para ellos a la hora de elegir sus túmulos funerarios, siempre próximos a sus centros de poder o a sus propiedades personales. Así ocurrió hasta el levantamiento del panteón real de El Escorial, donde reposan todos los reyes de la España unificada a partir de Carlos I. Los reyes, reyezuelos y régulos de anteriores dinastías reposan en sepulturas sembradas a lo largo de infinidad de monasterios, iglesias y conventos.
La Alhambra de Granada también cumplió en su tiempo la misión de panteón real de la dinastía nazarita, que gobernó al-Āndalus durante casi tanto tiempo como los actuales Borbones, entre 1237 y 1492. Los Naşr, aquella importante familia hispano-árabe de la Edad Media, aportó 22 monarcas al Reino de Granada durante dos siglos y medio largos.

La historia escrita y comprobada nos cuenta cómo a finales de 1491, el Reino de Granada negociaba su capitulación ante el poderío de Isabel y Fernando. La debilidad y el aislamiento de la monarquía nazarí desaconsejaban resistir con las armas; ya sólo quedaba la firma de una rendición lo más honrosa posible para un pueblo agotado por las guerras. Boabdil, que reinó como Mohamed XII, firmó una capitulación general de su reino y otra personal para él y su familia. Hacia el 25 de noviembre de 1491, Boabdil daba por bueno el texto que le presentaban; a la familia real granadina se le concedían unas tierras, una especie de señorío, en Andarax, extremo almeriense de La Alpujarra, además de respetársele algunas posesiones de origen familiar en el Valle de Lecrín, alhajas, muebles, telas, sirvientes, etc.

Durante los meses de noviembre y diciembre de 1491, Boabdil había ordenado exhumar secretamente a todos sus antepasados del cementerio real de la Alhambra, la Rawda, para depositarlos en un lugar que, según él pensaba, iba a quedar en tierra bajo su dominio; los secundaron sus parientes más cercanos.
El lugar elegido fue la alquería de Mondújar, una zona de propiedad familiar por vía materna, precisamente a los pies del castillo que pocos años atrás eligió su propio padre, Muley Hacén, para retirarse una vez derrocado por su propio hijo; era muy probable que Muley Hacén, muerto hacia 1487, ya estuviera enterrado en tierras de Mondújar. A Andarax se dirigió Boabdil a comienzos del mes de enero de 1492 con toda su familia y una corte de sirvientes, donde pensaba vivir alejado de todo poder político.
El lugar elegido por los Reyes Católicos para el «destierro» de Boabdil fue seleccionado estratégicamente, es decir, lo suficientemente alejado de la capital, lo suficientemente alejado del mar y lo suficientemente poblado (unas 7.000 almas en todos sus nuevos dominios). Allí llegó con Moraima, pero sin sus hijos Yusuf y Ahmed, a quienes los nuevos reyes de Granada retuvieron todavía unos meses en calidad de rehenes.

 

 

La felicidad de la pareja de monarcas desterrados, Boabdil y Moraima, debió durar menos de medio año en la localidad de Andarax, pues se tienen noticias de que uno de sus hijos murió por entonces, nada más serle devuelto por los Reyes Católicos.
La infelicidad se iba a cebar aún más con el Rey Chico el 8 de julio de 1493, fecha en que decide abandonar definitivamente España; ese día es la fecha de la última carta autógrafa de Boabdil, dirigida a los Reyes Católicos y conservada en el archivo de Simancas, aceptando la venta del señorío de Andarax y su decisión de pasarse a África. Parecía que ya nada le ataba a la tierra de sus antepasados. La reina Moraima debió fallecer antes del 28 de agosto de 1493, pues en esta última fecha escribió una carta Hernando de Zafra a los Reyes Católicos en la que le daba cuenta de que Boabdil había enviudado y tendría menos inconveniente para abandonar el Reino:

«La mujer deste Muley Baubdilí, murió, y creo que aprovechó su muerte para el servicio a Vuestras Altezas, porque su dolencia daba algún embarazo a la partida del Rey: agora queda más libre para lo que ha de hacer».

 

 

Antes de que finalizara el verano de 1493, Moraima quedaba enterrada en el cementerio de Mondújar envuelta en un sudario de color blanco sin coser en cabeza ni pies. Suponemos que fue la última persona regia de los nazaritas sepultada allí; no hay referencia a que su hijo, fallecido unos meses antes en Andarax, también fuera trasladado aquí para que recibiera sepultura. En aquel enterramiento estuvieron presentes su rey viudo, su otro hijo, alcaides, mayordomos y varios sirvientes, como así lo atestiguaron varios documentos
Existen varias referencias escritas que autentifican el Mondújar granadino (existe también Mondújar de Santa Fe, en Almería) como lugar del segundo enterramiento de la familia real nazarí tras la toma de Granada. Las más importantes son sin duda las que contienen el Libro de Apeo y Repartimiento de Mondújar, con deslindes fechados en 1547, 1572 y 1593. Vecinos, conocedores y escribanos declaran que Mondújar tiene en la ladera del Cerro del Algarrobo (actual barriada del Cerrillo) un macáber en que fueron enterrados los reyes de Granada.
En la referencia de 1547 se dice textualmente: «Un macáber grande de seis marjales poco más o menos por abrir que alinda con haza de Diego Aguilar y con Haza de Diego Escobar… donde dicen que están enterrados los Reyes Moros de Granada». En aquel deslinde actuó el alguacil de Mondújar, llamado Fernando Auldulbiri, quien se ofreció a señalar el lugar donde estaban enterrados los reyes y Moraima. Seguidamente declaró Isabel Nihiriza, esposa de Mahomad Almeyres, quien fue mayordomo de la reina Moraima, y cuenta cómo fue el reparto de los bienes de su ama con especial cuidado en una manda para que el alfaquí fuera a rezar dos veces por semana sobre su tumba y la de los otros reyes āndalusīes. La propia Isabel Nihiriza declaró que vio traer el cuerpo muerto de la reina:

«en un arca o en un ataúd y la vido enterrar en un haça adonde estauan enterrados otros reyes moros que los auían enterrado en Granada y después los troxeron a enterrar allí do la dicha rreyna se enterró después». Otro de los testigos de aquel deslinde reitera que Boabdil enterró a su esposa «donde primeramente auían sido enterrados y sepultados otros reyes moros predeçesores y parientes de la dicha rreyna».

 

 

En 1549 es Jusepe de Herrera quien va a relatarnos por qué estaban enterrados en Mondújar los reyes de Granada:
«Están enterrados al pie de la dicha fortaleza (habla del castillo de Mondújar), en una haça que se llama la rrauda, todos los cuerpos de los rreyes moros que fueron de granada al tiempo que fue de moros y después la rreyna horra mora se truxo desde Andarax …».

En la Alhambra, todavía a finales del siglo XVI se sabía y se reconocía el lugar que había ocupado la rawda donde tiempo atrás fueron desenterrados los monarcas. Así nos lo cuenta Luis de Mármol al narrar que en 1574 aparecieron unas losas de alabastro (macabrillas) «que parece estaban puestas a la cabecera de cuatro reyes de esta casa».
Quedan, pues, suficientemente referenciadas las noticias acerca del lugar de enterramiento de Moraima y de los reyes de Granada en el viejo macáber de Mondújar. A partir de las sublevaciones mudéjares de 1499-1500, el cementerio musulmán quedó en el olvido por dos causas: la pretensión de los conquistadores de que se abandonase el sistema de enterramiento de los musulmanes para una mayor cristianización de los sometidos y la apropiación por la fuerza de todas aquellas hazas por parte de Pedro de Zafra, hermano del secretario de los Reyes Católicos.
Para dar cumplimiento a la necesidad de enterramiento de la población musulmana de Mondújar fue habilitado un nuevo cementerio en la zona de Torna Alta, que funcionó hasta por lo menos la guerra de la Alpujarra (1568-71).

En cuanto al viejo macáber musulmán donde se enterró a los reyes, debió seguir funcionando hasta comienzos del quinientos, pues ya en 1509 sabemos por un pleito de la Inquisición que se estaba rellenando de tierra para ponerlo en cultivo por la viuda e hijos de Pedro de Zafra.
Las sepulturas de los reyes de Granada en Mondújar quedaron en el olvido durante siglos; sólo la leyenda de los viejos del lugar recordaban que entre la rábita (posterior iglesia) y el Cerrillo habían sido enterrados los reyes de la Alhambra. No volveremos a tener noticia del panteón real nazarita en la Alhambra y su posterior traslado a Mondújar hasta el año 1897.
La vieja Rawda alhambreña fue modificada en el siglo XVI por las obras del Palacio de Carlos V y parte de su solar dedicado a casa del cura de la iglesia de Santa María de la Alhambra. En aquella fecha decimonónica, el arquitecto conservador Mariano Contreras redescubrió la Rawda al derribar un cobertizo anexo al Palacio de Carlos V. Incluso Manuel Gómez Moreno, en su Guía de Granada de 1892, incluyó referencia a que habían aparecido cuatro tumbas de reyes moros.
Fue otro arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, quien en 1925 inició unos trabajos de restauración en la Rawda nazarí con un resultado sorprendente: localizó más de 70 tumbas vacías. Eran sin duda las fosas que un día ocuparon los monarcas nazaríes y sus familiares; también había otras próximas, pero con algunos cadáveres dentro. La memoria de aquella excavación de Torres Balbás dice lo siguiente:

 

 

 

«… En ninguna encontráronse huesos, lo que prueba que la traslación de los restos a Mondújar fue cuidadosa». Fuera de este recinto, aunque próximo a él, nos dio noticias Torres Balbás de la aparición de otras muchas sepulturas, que sí contenían huesos, que debieron corresponder a personas ajenas a la familia real o de no tan alta alcurnia «… y por ello no se transportaron sus restos a Mondújar, o se hizo con poca atención».

Se contaron 22 los reyes que tuvo el Reino de Granada entre 1237 y 1492, pero no todos ellos fueron a dar con sus huesos a la Rawda real.Se sabe que este panteón real comenzó a funcionar a partir de la muerte de Ismail I (1325); se tiene referencia a que sus cuatro antecesores (Muhammad I, Muhammad II, Muhammad III y Nazar) fueron enterrados en otra rawda que había en el monte de la Assabica, frente a la Alhambra, en lo que hoy es el Carmen de los Mártires; también se tiene referencia de que Muhammad V, Yusuf II y Yusuf III fueron enterrados en otro cementerio en la zona del Generalife. Pero nunca se han encontrado sus modestas moradas fúnebres. Así nos lo cuenta, en parte, Ibn Al-Jatib en su Historia de los Reyes de la Alhambra, quien las vio personalmente y anotó las inscripciones de sus macabrillas.
Es seguro que los dos últimos reyes de Granada tampoco fueron enterrados en la Alhambra. Muley Hacén se retiró al castillo de Mondújar hacia 1485, tras ser destronado por su hijo Boabdil; su muerte ocurrió hacia 1487 y sobre su lugar de enterramiento se barajan dos lugares: Mondújar y Salobreña (la supuesta tumba en la cima del monte Mulhacén es sólo una leyenda). Y, por supuesto, tampoco Boabdil yace enterrado en lugar alguno de al-Āndalus.

 

 
 

Restos removidos en 1988

Hasta ahora hemos comprobado, a través de fuentes escritas y de las excavaciones de Torres Balbás, que la mayor parte de la dinastía nazarita estuvo enterrada en la Alhambra hasta 1491, desenterrados sus restos a finales de ese año y vueltos a enterrar en Mondújar. El olvidado macáber real de Mondújar había pasado a ser campo de cultivo durante casi cinco siglos. Se hacía necesaria una intervención de tipo arqueológico para comprobar fehacientemente la veracidad de las fuentes escritas.
La oportunidad llegó a comienzos del siglo XXI. Con motivo de la construcción de la autovía Granada-Motril, las referencias históricas obligaron a efectuar una intervención arqueológica previa que, en este caso, corrió a cargo de Ángel Rodríguez Aguilera y Sonia Bordes. El resultado de su informe está depositado en la Delegación de Cultura.
Lo primero que comprobaron los arqueólogos al acotar la zona fue que el macáber musulmán de Mondújar ya había sido removido con anterioridad, concretamente durante las obras de construcción de la vieja carretera de circunvalación de Mondújar. Este hecho había ocurrido en 1988, sin que tengamos noticia de que dicha obra se hiciera con la presencia de arqueólogo o con medidas de tipo cautelar similares.

Antes de comenzar la excavación de 2001 se apreciaban tumbas cortadas en el talud superior de la carretera y huesos esparcidos por la cuneta. (hay una extensa colección fotográfica de ello). Fue en las excavaciones que se llevaron a cabo en 2001 para construir la Autovía de Motril cuando se confirmó que sus tumbas fueron removidas en 1988 y los huesos esparcidos, probablemente, bajo el asfalto de la circunvalación de Mondújar.
Aquel detallado proceso arqueológico arrojó resultados sorprendentes que venían a confirmar Mondújar como lugar de enterramiento de los reyes de Granada. El primero de ellos fue hallar una complejidad funeraria sin precedentes, muestra seguramente de la influencia que introdujo en su entorno el sistema alhambreño de enterramiento; asimismo, se comprobó una colmatación de este macáber en los años finales del XV, como si de pronto muchas otras personas hubiesen deseado ser enterradas junto a las tumbas reales.
Esta práctica se mantuvo hasta los primeros años del siglo XVI, en que fue clausurado el cementerio mudéjar y abierto otro en la zona de Torna Alta en calidad de comunidad morisca o criptomusulmana. En este último caso, el sistema de enterramiento fue totalmente distinto y de unos ritos musulmanes decadentes.

Para el arqueólogo Ángel Rodríguez Aguilera, queda clara la similitud en los sistemas de enterramiento entre la rawda de la Alhambra y el macáber musulmán del Cerrillo de Mondújar.
 

 
En 2002 fue excavada la zona alta de lo que había sido el cementerio, pero la parte baja, la más cercana a la antigua mezquita y seguramente la parte noble donde fueron enterrados la mayoría de los reyes de Granada (Moraima reposó inmediatamente detrás de la mezquita), había desaparecido por completo en los movimientos de tierra de 1988. No se pudo profundizar en la investigación de campo: los huesos y las makabrillas estaban ya en el vertedero de tierra.
Tumbas intactas Aun así, fueron escavadas casi 70 sepulturas con resultados dispares y sorprendentes. Todas ellas estaban intactas, jamás en cinco siglos habían sido abiertas hasta entonces. Las había con cadáveres completos, un grupo de tumbas pequeñas con los huesos apilados, tumbas infantiles y bastantes tumbas no albergaban cadáver alguno.¿Qué podría haber ocurrido?
Lo más inmediato era pensar que los enterradores habían puesto en práctica la ancestral costumbre musulmana de abrir fosas paralelas para enterrar los delitos del difunto, justo al lado de su tumba. Pero este hecho no es muy probable pues en aquella época ya había caído en desuso aquel rito arábigo. El hecho de que aparecieran bastantes tumbas vacías hacía sospechar que Boabdil retrasladó en secreto los cadáveres de sus ascendientes hasta Marruecos al partir en 1493.

En su informe, Rodríguez Aguilera estudia tres posibilidades para explicar el misterio de las tumbas reales de Mondújar:
• Primero, que estuvieran ocupadas y los restos se hubieran visto afectados por algún tipo de reacción química que los hubiera deshecho;
• Que estuvieran ocupadas y hubieran sido retrasladadas posteriormente;
• y que nunca hubieran estado ocupadas y todo hubiera sido una simulación.

1. La primera de las hipótesis se descarta «pues el relleno de la fosa es el mismo que el de otras tumbas que sí conservan restos humanos, por lo que la posibilidad de una descomposición por la acidez del suelo no tiene fundamento».
2. En cuanto a la segunda hipótesis, los arqueólogos procedieron a cribar la tierra del interior y someterla a analítica y llegaron a la conclusión de que había indicios de que aquellos huesos estuvieron enterrados anteriormente en otro lugar.
3. La tercera posibilidad tampoco es descartable en algunas tumbas.

 

 

En esta excavación aparecieron también restos de la rábita Alcana mencionada por las fuentes escritas, alrededor de la cual fueron depositados los huesos traídos desde la rawda de la Alhambra a finales de 1491; este hecho ratificaría que estábamos, sin duda, ante las tumbas de los reyes nazaritas.
A partir de aquí nos movemos en el terreno de las conjeturas, con «dudas razonables» y «certezas demostrables». No parece muy probable que Boabdil acudiese en verano de 1493 a dar sepultura a su esposa Moraima en Mondújar y, sólo un mes después, volviese a desenterrarla a ella y a todos sus antepasados para llevárselos consigo a Fez. Es poco verosímil; no se tiene ninguna referencia escrita de que Boabdil volviera nunca más a Mondújar y mucho menos de que lo hiciera para desenterrar tantos cadáveres y dejar las fosas selladas de manera tan perfecta.

En la memoria y en los documentos de Mondújar, de la Inquisición y de la Alhambra quedaron siempre referencias de sus vecinos a que allí estaban enterrados los reyes moros de Granada. Jamás nadie mencionó un nuevo desentierro y traslado. Tampoco en los documentos que Pedro de Zafra y Gonzalo Fernández de Córdoba, encargados por los Reyes Católicos de supervisar el paso de Boabdil a África, mencionan que se llevara a sus antepasados muertos, cuando sí existe una completa relaciones de navíos, personas, bienes, etc. que se llevó consigo en su exilio definitivo.

¿Qué pudo ocurrir entonces? ¿Dónde están los restos de la dinastía nazarita? Cuando se iniciaron las excavaciones de la autovía Granada-Motril, quien esto suscribe conversó con personas que trabajaron en el movimiento de tierras de 1988; dos de ellos afirmaron que solía ser frecuente ver huesos en las zonas de relleno de los taludes de aquella primera carretera de circunvalación de Mondújar. Al comenzar las obras de la autovía (2003) ya estaba hecho el daño en el cementerio de los reyes nazaritas de Mondújar; había sido removida la zona más importante, donde seguramente permanecieron olvidados durante cinco siglos la mayoría de emires y sus familiares.

Es macabro y duro pensarlo, pero es bastante factible, más que probable, que buena parte de la dinastía nazarita repose olvidada para siempre bajo el asfalto de la autovía de Motril.

 

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